Otra línea del Tiempo
Generalmente concebimos que nuestro presente se sitúa en una única línea temporal que proviene del pasado y se dirige hacia el futuro en un viaje eterno. Aunque solo podemos experimentar el presente, fantaseamos sin complejos sobre la posibilidad de retroceder o avanzar en el espacio-tiempo, y se ha demostrado matemáticamente que no existe ningún obstáculo teórico para tal hazaña. Entonces, aceptamos el paradigma, nos esforzamos por entender la noción de relatividad, la influencia de la velocidad y los campos gravitacionales que podrían perturbar la sincronización de nuestros relojes terrestres. Pero existen otras formas de ver el tiempo, y una de ellas determina que podría tratarse simplemente de una ilusión mental o una simplificación extrema.
Antes de sumergirnos en estos conceptos vertiginosos, es esencial armar nuestro espíritu con algunas herramientas conceptuales. Comencemos con el infinito: un concepto indispensable cuando se habla de eternidad. El infinito, por definición, supera cualquier medida o límite que nuestra mente pueda comprender —esto es un testimonio del alcance, pero también de los límites, de nuestra cognición humana. En segundo lugar, está el concepto aún bastante metafísico de una realidad cuántica que se materializa cuando se observa y permanece indeterminada o en un estado de probabilidad cuando no lo está. Si no estás familiarizado con estas nociones, puedes comenzar mirando los experimentos de doble rendija o leyendo sobre el gato de Schrödinger. Preparémonos para lo que sigue: imaginemos que existe una "sopa cuántica" donde todas las partículas flotan libremente sin representar nada pero están listas para crear una sola realidad cuando son observadas por una conciencia, es decir, que entre un infinito de combinaciones probables, una conciencia observadora solo fija una. Si la "sopa cuántica" fuera observada por otra conciencia, su materialización sería ipso facto diferente. Finalmente, la "sopa cuántica" misma provendría de una energía que podríamos llamar la Conciencia del Ser, contenida en una Singularidad, que la Biblia describe como Dios en el Génesis, cuando Él se presenta diciendo "Yo soy el que soy". Esta Conciencia del Ser no necesita nada ya que es consciente de su propio Ser, lo cual es el estado máximo de conciencia al que podemos aspirar. La Energía del Ser, sin embargo, puede manifestar el Todo, es decir, todo lo que puede ser y el Todo no sería más que la Singularidad de la Conciencia del Ser ampliada y explicada, pero sin añadir nada a lo que es el Ser.
Es un largo rodeo para volver a nuestra noción del tiempo. En el Todo, todo lo que es posible existe en el momento presente, al mismo tiempo, no puede haber realidad ni en el pasado ni en el futuro, todo está en el presente. Vale la pena decir que el Presente en el que vivimos no es la materialización de una única línea posible sino más bien un punto observado en una línea de posibles. Para visualizar este concepto, imagina el tiempo como una red de raíles, cada raíl simbolizando una secuencia temporal distinta. Experimentamos el presente como si estuviéramos en un tren avanzando sobre uno de estos raíles. Sin embargo, es posible considerar un 'salto' a un raíl paralelo, y así de raíl en raíl, cada cambio de raíl correspondiendo a otra secuencia temporal que permanece coherente con la anterior en el momento del salto. Cada raíl encapsula la totalidad del pasado y del futuro de esa trayectoria. Sin embargo, nuestra experiencia se limita estrictamente al punto actual del raíl donde se encuentra nuestro tren. Viajar en el tiempo, por lo tanto, no equivaldría a avanzar o retroceder sobre una misma línea fija, sino más bien a saltar a otra línea más distante donde nuestro presente se desarrollaría en otro momento, no secuencial con el anterior. Sería como hacer un salto cuántico hacia una realidad paralela. La primera diferencia con lo que usualmente concebimos es que no habría un paradoja temporal —la típica pregunta de qué pasaría si matáramos a nuestro futuro abuelo— sino que estaríamos en otra trayectoria coherente sin tener conciencia de lo que sucedió antes del salto. Aunque esto fuera posible en un plano cuántico, probablemente no sería muy atractivo porque no tendríamos ningún recuerdo de un plano físico anterior y no podríamos coexistir en ningún caso con un yo pasado o futuro. El presente es la única realidad posible para la conciencia y la memoria del pasado, que es información, depende normalmente de nuestro ser físico, de nuestro cerebro, sin excluir la capacidad de poder recapturar eventualmente esa información que nunca se pierde.
¿Por qué crear un modelo temporal diferente del modelo convencional? La idea es unificar la noción de Singularidad de la Conciencia del Ser y del Todo, que es la misma Singularidad explicada por la Información. Todo es todo, nada puede faltar. En una única línea del Tiempo, habría una sola versión excluyendo una infinitud que deberían coexistir en el Presente y las otras por lo tanto no podrían existir. Así, el Todo, en su esencia, permanecería puramente potencial, sin manifestarse concretamente nunca. Esto permite concebir los multiversos, ellos también infinitos, no como burbujas que flotan cada una en una especie de megavacío ultracósmico sino como una matriz cósmica de todas las potencialidades que coexisten al mismo tiempo y que se materializan efectivamente en una sola bajo la observación de una conciencia sin excluir las otras.
Finalmente, se trata de mostrar que nuestro paradigma del tiempo no es único ni cierto y que la investigación filosófica puede acercarnos a diferentes maneras de percibir lo que es nuestra realidad. Más allá de la complejidad de lo expuesto anteriormente, encontramos el hecho indiscutible de que el Tiempo es una ilusión de nuestra mente, no está definido ni es absoluto, pero sobre todo, el pasado solo existe en nuestra memoria y el futuro es solo una proyección probable no realizada. Por lo tanto, solo existe el punto presente en un Todo inmensurable pero este punto, que es nuestra vida consciente, es único, indispensable e irremplazable. No puede no existir y por lo tanto debe ser vivido. La forma en que vivimos nuestro momento presente es materia de la filosofía y de Pointfulness.