¿Quién dice que se debe ser feliz?
No cabe la menor duda que POINTFULNESS persigue también la Felicidad, pero la confunde con la Plenitud de la conciencia de Ser, vale decir fuera del ámbito anecdótico de la vida humana. La Vida Singular que se alcanza despojándose de todas las Ilusiones fabricadas por la mente permite legar al punto de Plenitud en la experiencia vital, y lo hace quitando el lastre y no agregando requisitos y condiciones. Cada paso hacia la Singularidad nos hace más liviano y focalizado en nuestra conciencia de Ser, volviendo a ese momento único en que nuestra inteligencia reconoce la presencia de esa conciencia fundamental. En ese sentido, la felicidad consigue naturalmente la universalidad en el género humano que otros intentan imponer mediante reglas y recetas de diversas procedencias.
Nada de lo anterior, sin embargo, quita la realidad biológica del ser humano ni la de su mente. Estamos hechos para conocer el placer y el dolor en el cuerpo, la satisfacción y el sufrimiento en la mente, constantemente expuestos por nuestras interacciones con el medio ambiente y los demás seres que nos rodean o nos dejan en soledad. Esa vida, a veces incontrolable e inexplicable, obedece las mismas reglas de la naturaleza que imperan para una infinidad de entidades vivas, desde las microscópicas hasta las gigantescas, pero sin la conciencia de colaborar en el Todo que expresa el Ser. Sólo los seres humanos conscientes pueden reconocer su propia vida como única, indispensable e irreemplazable en el Todo. De la misma forma que la naturaleza en la cual vivimos, nos hemos adaptado para vivir, nacer, procrear y morir. El hecho que estemos aquí y ahora indica que lo hemos hecho bien, aunque no será probablemente para siempre. Toda la evolución que nuestra especie ha experimentado a lo largo de millones de años no tiene ningún propósito particular, o sea no es más significante que una hormiga, un elefante o un delfín, sin embargo, la evolución de nuestro cerebro nos permite reconocer la conciencia de Ser, lo único que justifica que haya algo en lugar de nada.
Todo lo que pensamos y hacemos día a día tampoco tiene la relevancia ni la transcendencia que le queremos dar, no es más importante lo que pasará después de nuestra muerte que lo que pasaba antes de nuestro nacimiento. Pero, durante un breve instante a escala de un universo, podemos acceder a experimentar el Ser con plena conciencia y sentir como fluye la vida. La existencia biológica continúa y se desarrolla como se debe desarrollar aunque representa sólo la superficie, la utilería de algo profundo y extremadamente liviano a la vez. Muchos de aquellos que alcanzaron el estado de iluminación espiritual comentan su sorpresa de que fuera algo tan simple, y no obstante tan difícil de alcanzar desde la otra ribera. Es algo que describiría quizá como ese día en que vuelve el sol y el cielo azul después de la tormenta y que nos hace preguntar cómo puede haber tanta paz después de tanto caos. Lo cierto es que el sol y el cielo azul nunca se fueron, sólo fueron ocultados por las nubes. Nuestra conexión con la conciencia de Ser es permanente, pero también se oculta detrás de las Ilusiones y del trabajo de la mente, detrás de la vida que vivimos a ras del suelo y no arriba de las nubes.
La vida no tiene un objetivo de felicidad en sí, aunque cultivemos las sensaciones de placer y satisfacción, nunca estaremos exentos del dolor y del sufrimiento. La Felicidad del ser humano se ubica en esa capacidad de sentir la Plenitud de la Conciencia de Ser en todo momento, en el enfoque singular pleno y perfecto del momento presente y de una mente libre de ilusiones. Es la Felicidad que se revela de-construyendo el entramado de ladrillos mentales, de las cosas que no existen y de los Egos que no somos. Nuestro cuerpo y nuestra mente, que viven su vida biológica única, indispensable e irreemplazable, nos dan el acceso para reconocer la conciencia de Ser y participar en el Todo en total y completa felicidad.