Lo humano
Una de las grandes preguntas de la filosofía dice relación con definir lo humano. ¿Qué nos hace humano y nos diferencia de otros animales? Ciertamente no tengo la respuesta, sin embargo, abordé el tema en mi libro cuando menciono que el ser humano llegó a desarrollar un nivel de inteligencia tal que pudo reconocer la presencia de la conciencia pura como un ente distinto a las creaciones de su propia mente.
En efecto, el hecho de poder identificar, nombrar o verbalizar las cosas y clasificarlas es un producto de la inteligencia, o de la capacidad de relacionar las informaciones entre sí. Cuando mayor es la inteligencia, mayor es la cantidad de cosas que puedo comprender, asociando los datos de manera compleja. En algún momento, la inteligencia del ser humano le permitió identificar una presencia, como un observador silencioso, que permanece aún cuando la mente no está trabajando o cuando la voz interior está callada. Ese ente se llamó conciencia y permitió al homo sapiens tener un punto de referencia para conocer su propia existencia y el significado de Ser, lo que requiere la capacidad de disociarse de la vida que se vive y de observarla a través de ese referente único de la conciencia pura. Estar consciente o tener conciencia representan dos formas de lenguaje para expresar esa capacidad de reconocer la conciencia como entidad externa pero propia de mi ser.
Es fácil pensar que la conciencia es autogenerada y buscarla en nuestro aparato mental, sin embargo, los conceptos espirituales de alma, de divinidad o de conciencia pura dan pistas para considerar dos entidades íntimamente relacionadas, a tal punto que describo cómo nuestra vida física procede de la conciencia pura mediante el ordenamiento cuántico que induce el observador. Entonces, la definición del ser humano como ser consciente no radica en una excepción biológica sino que en el haber alcanzado una inteligencia suficiente de las cosas para reconocer la conciencia. (Estimo de hecho que la evolución de la inteligencia fue en primer lugar una herramienta de sobrevivencia, mucho antes de tener un alcance espiritual). Las alteraciones cognitivas impiden generalmente alcanzar el nivel de conciencia y el ruido mental, por su parte, es capaz de borrar la conexión simbiótica de la vida con la conciencia, debido a la construcción de ilusiones como el Pasado, el Futuro y el Ego (el Triángulo de las Ilusiones).
Lo humano está muy vinculado a la relación que los seres humanos mantienen entre ellos y que se diferencia de la relación de los animales con sus congéneres. Hay muchas explicaciones biológicas, antropológicas, sociales para entender los comportamientos y la identificación de la conciencia pura y de la conciencia de Ser me parece aportar una luz particular sobre el tema. En primer lugar, la disociación que me permite observar mi vida desde una perspectiva superior (espacialmente y no moralmente hablando) genera la posibilidad de analizar – y en definitiva juzgar – no sólo el comportamiento de los demás sino también mi propio comportamiento. Si no tuviera ese referente, la mente carecería de la distancia de observación y no podría referirse a si misma. En segundo lugar, la conciencia de Ser que se adquiere para uno se hace extensiva a todos los demás, vale decir que reconozco que los demás experimentan la misma dualidad, creando así una identificación del ser humano diferente a la clasificación animal y, por ende, un sentimiento de comunidad y de exclusividad en el reino animal.
Cultivar la conexión con la conciencia pura y la plena conciencia de Ser, manteniendo a raya la influencia del Triángulo de las Ilusiones, nos ayuda a focalizar en lo que nos hace verdaderamente humanos y nos permite trascender.