La Inspiración
Tengo dos buenas noticias : el Presente sigue ahí y el Futuro no está escrito.
Nuestro imperturbable Presente permanece al alcance de cada instante, sea cual sea nuestra situación y las circunstancias que nos hayan llevado a estar donde estamos cada uno de nosotros. Suena algo obvio escrito así a modo de afirmación y, sin embargo, me parece ser el primer gran paso hacia cualquier otro lado. Todo se ve tan complejo y fuera de nuestro control que el mejor movimiento consiste en detenerse de pensar por unos minutos, parar la máquina sin rabia ni angustia, simplemente retomar ese tiempo que nunca ha dejado de ser nuestro, pero que se nos escapó mientras hacíamos y pensábamos mil cosas. Ese ejercicio de voluntad simplemente nos re-conecta con nuestro Presente, tal como uno sube a una colina para poder ubicarse y ver lo que nos rodea. El Presente es nuestro punto elevado en la vida, el único en el cual existimos verdaderamente. Desde ahí, podemos contemplar nuestro Pasado y nuestro Futuro, a lo lejos, sin que nos capten la atención. Podemos observar lo que pasa a nuestro alrededor sin sentirnos involucrados y, sea lo que sea, ver vida.
Probablemente, una voz vendrá rápidamente a romper el silenció interior que se produce naturalmente cuando uno expira e inspira conscientemente, incluso en un suspiro; es nuestra mente y su criatura el Ego que vienen a golpear a la puerta, reclamando su cuota de atención. Desde lo alto de mi momento propio, puedo observar a ambos e incluso ignorarlos. Si me pongo a escucharlos, con la debida distancia social, me daré cuenta de que me hablan del Futuro, de los peligros, de los deberes, de las esperanzas como si fueran realidades ciertas, pero me hablan solamente de probabilidades sobre las cuales intentar tomar el control.
Desde el Presente, se me permite ver todo lo que importa, conectar los hechos, prestar atención a los detalles, trazar trayectorias probables y, a pesar de ello, dejar que todo fluya. La actitud Zen, que yo llamo Pointfulness (www.pointfulness.com) radica en la capacidad de vivir la realidad en el punto o la singularidad del Presente, sin las ilusiones del Pasado, del Futuro y del Ego estando inmerso en el flujo constante de la vida. El Tao lo describe como que no soy yo quien se mueve en el mundo sino que es el mundo que se mueve alrededor mío. Algunos lo verán como para un retiro espiritual o una vida de monje cuando, en realidad, se aplica en cualquier circunstancia de la vida; de hecho si me vuelvo un punto en el Universo, ¿qué más podría alterarme?
El hecho de que el Futuro no esté escrito, porque es un haz de probabilidades, nos quita a todos la carga de descifrarlo y de controlarlo. Es cierto que hay que prepararse razonablemente para lo que viene, pero también hay que aceptar que una infinidad de hechos fuera de nuestro control nos han llevado hasta aquí y ahora, sin posibilidad de retorno para enmendar la más mínima cosa de ese Pasado. Además, ese control que quisiéramos tener sobre el Futuro es tremendamente limitado. Frente a la tempestad, sólo podemos preparar nuestras embarcaciones de la mejor manera posible mas no alterar la fuerza de los vientos ni la altura de las olas. Viajar a la deriva (en el bueno sentido de la palabra) puede ser a veces la única, y por ende, la mejor opción.
Aquí nadie habla desde un lugar seguro. Yo mismo puedo perder mi vida, a un ser querido, mi casa, mi trabajo y la probabilidad de que eso ocurra ha aumentado de manera exponencial en las últimas semanas. Durante muchos años, he mantenido un cierto pudor en relación a la publicación de mi libro Vida Singular y el Triángulo de las Ilusiones publicado en el 2015. A fines del año pasado, retomé el tema con el sitio Web de Pointfulness para acercar la filosofía del libro a un público más amplio, mediante un blog y podcasts que se grabaron antes de la pandemia. Siempre anhelé dedicarme más al tema filosófico cuando el tiempo se presentase, un especie de Plan B y ahora llegó el momento. Mi filosofía no me ha quitado la ansiedad ni la curiosidad intelectual, pero me ha hecho aceptar que la vida fluye y no se controla, además de la importancia de viajar liviano en lo más que se pueda sin necesidad de irse a los extremos, saber soltar no es lo mismo que despojarse.
Esa primera inspiración que se toma al iniciar un esfuerzo no solamente llena los pulmones de aire y el cuerpo de energía sino que detiene la mente por un instante para que nos conectemos con el Presente, sin pensar. Desde ese momento ínfimo en la vida ya nos liberamos de un peso de ilusiones y avanzamos más ligeros. Ese es el mensaje de este artículo, detener el tiempo en nuestra mente y alejar las voces del Ego, para que toda nuestra energía vital esté disponible para el recorrido que nos espera. Y no importa que sea fácil o arduo, importa que estemos lo más presentes que se pueda, libres de ilusiones y ruidos mentales.